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Historia escrita 

“En ese momento comprendí que era Dios demostrando, no solo que existía, sino que sabía lo que me pasaba.”

Mi nombre es Esteban, tengo 26 años, y llegué a Alpha porque me invitó un amigo.

La verdad es que estaba alejado de Dios. Fui a la iglesia buscando respuestas ya que creía que en algún lugar del universo existía una fuerza mayor, pero no estaba seguro del todo sobre qué o quién era.

Mi vida antes de hacer Alpha era buena, pero le faltaban dos cosas: mi hija, a la cual no veía más de una o dos veces por mes mediante videollamada, y encontrarme con ese poder divino que muchas personas llaman Dios. Un día, una persona a la que le tengo mucho afecto me comentó sobre Alpha, que era un espacio para personas como yo, que tenían preguntas sobre la fe. Decidí ir por curiosidad, aunque con una fuerte incredulidad. Al llegar, me dieron una bienvenida con mucha alegría y me sorprendió. ¿Así reciben a todos? ¡Cuánta hospitalidad!

A medida que transcurría el Alpha, mi vida fue cambiando. Uno de los momentos más significativos para mí fue cuando se comenzó a hablar de la oración y una persona del curso me preguntó si podía orar por mí. Yo le dije que sí, pero cuando comenzó a hacerlo, oraba por todas esas cosas que pasaban por mi mente y que yo no había compartido con nadie. ¡Era como si leyera mi mente! En ese momento comprendí que era Dios demostrando, no solo que existía, sino que sabía lo que me pasaba. A partir de ese momento, todo en mi vida comenzó a cambiar y mejorar. Por alguna “extraña razón”, que hoy puedo decir que no es algo extraño sino que era la forma en la que Dios estaba transformando mi vida, me permitieron ver a mi hija después de varios meses sin poder hacerlo. También me comenzó a ir mejor en mi trabajo y con mis amigos.

Actualmente, mi relación con Dios es cercana y comencé a servir en el nuevo Alpha de la iglesia porque quiero ayudar a que todas las personas que tienen preguntas sobre la fe, y quieran ser parte, puedan experimentar aquello que yo viví.

Antes de hacer Alpha, si bien me consideraba cristiana por haber ido a un colegio religioso, no era practicante. Sinceramente no era algo que me llamara la atención, consideraba hipócritas a la mayoría de practicantes que conocía y al terminar el colegio creí que ese sería el único lugar en el cual podría conocer sobre la fe y sentía que no me habían enseñado lo suficiente, quería más. Luego entré a la facultad de medicina, seguí con mi vida normal, pero todo lo que buscaba para ser feliz no me conformaba.

Atravesé diferentes etapas en las que sentía que todo se me venía abajo, cargaba con mucho o hasta que el mundo estaba contra mí por distintas situaciones: familiares, sociales, en la facultad y sobre mi salud.

Un día recibí la invitación para hacer Alpha en la facultad y me pareció interesante el hecho de conocer más personas o hasta una idea divertida para despejarme de todo lo que me estaba sucediendo, así que empecé a asistir con unos amigos. Desde la primera sesión me di cuenta que era lo que estaba buscando pero no sabía dónde encontrarlo y me dio mucho alivio poder estar ahí y repensar todas las cosas que me pasaron y por qué. Cuando terminé Alpha pude realmente sentirme amada por Dios, sentir que no estaba sola y poder también aliviarme por pensar que alguien perdonó todos mis pecados. Sobre todo, en la misa final, con una oración de sanación que nos dieron, no pude contener las lágrimas, creo que nunca había llorado tan desconsoladamente por felicidad. Ese fue el momento en el que verdaderamente experimenté el amor de Dios.

Actualmente me pertenezco a un grupo misionero y soy anfitriona de mi primer Alpha y creo que es una puerta de entrada a explorar la fe, que te ayuda a conocer la base pero te abre a las preguntas y descubrir cada día más. Está en mis planes poder volver a mi antiguo colegio para presentarles Alpha y que lo puedan hacer y así más jóvenes tengan la oportunidad de conocer a Jesús.

Bernardita Diaz Agote, 20 años, San Miguel de Tucumán, Argentina

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